¿Quisiera añadir su chequeo médico al carrito ?

En los últimos meses hemos visto la aparición de una serie de sitios web que promueven la venta de órdenes de exámenes médicos a un click de distancia. Particularmente controversial ha sido uno en el que se ofrece a las personas una orden de examen bajo el popular rótulo de “chequeo médico”, por la módica suma de $1.490 pesos. Aquí, una mujer puede acceder tanto a una orden para una prueba de Papanicolau (PAP) como también a una que mide la tolerancia a la glucosa. Si se sufre de caída del cabello, el sitio sugiere una medición de una serie de hormonas, como también un examen para descartar sífilis. Ejemplos como éstos abundan y aparentemente sus gestores y los muchos que han salido a defender la iniciativa no parecen percatarse de que ésta adolece serios problemas éticos y sanitarios.

Comprar órdenes de exámenes tal como si uno fuera al supermercado es algo que para la profesión médica no debiera resultar indiferente. La prescripción de exámenes es parte integral del acto médico, y aun cuando puedan haber excepciones a esta norma, lo que llama la atención es el viraje que se hace al considerar absolutamente innecesaria la evaluación por un profesional de la salud que pueda comprender qué le ocurre al consultante, pueda examinarlo, y luego sugerir exámenes o tratamientos acordes a su necesidad. La primera preocupación frente a este tipo de propuestas, es la despersonalización del acto médico y el vacío de responsabilidad respecto del resultado del examen de una persona a la profesión médica tiene el deber de atender y aliviar.

Es frecuente que en el proceso de solicitud de exámenes se encuentren alteraciones que no constituyen enfermedad y que sin embargo producen gran angustia en las personas. Es por esto que los médicos sabemos que más exámenes no se traducen siempre en mejor salud, ya que en muchas ocasiones llevan a la prescripción de tratamientos innecesarios que pueden acabar generando más daños que beneficios. Esto además ha encarecido los costos en salud, que en Chile provienen en un porcentaje importante del bolsillo de las personas.

Las respuestas de apoyo a esta propuesta de aquellas personas que ven en estas iniciativas una oportunidad de mejorar su acceso a la salud a un precio razonable, nos invitan a reflexionar sobre lo que está ocurriendo en nuestro país.  En Chile el mercado de la salud ha causado estragos, no solo en el bolsillo de las personas, sino también en el modo en que ha erosionado la confianza en la profesión médica. En esto los médicos debemos reconocer que además de haber jugado un rol pasivo frente a la mercantilización de nuestra actividad, hemos contribuido a la tecnificación y despersonalización de la práctica. Es así como muchas veces las atenciones médicas se reducen a una instancia en la cual solo se indica un examen y/o se prescribe un medicamento  sin generar vínculos de cuidado y responsabilidad.

Si bien consideramos relevante la reflexión en torno al ejercicio de la autonomía de las personas en cuanto a los cuidados de  su propia salud, la prevención de enfermedades debe entenderse principalmente como la gestión de los determinantes sociales de la salud, y no como el derecho a solicitar cualquier examen que se crea necesario. Existen sin duda algunos espacios abiertos bajo la lógica de la salud pública, como es el caso del test de VIH –que ya hace algunos años las personas pueden solicitar sin orden médica–, o del PAP, que ha demostrado contribuir a la disminución de la mortalidad por cáncer cervicouterino.

En suma, debemos procurar que los exámenes no se conviertan en otro bien de consumo, sino que sean accesibles, adecuadamente gestionados por los sistemas de salud y solicitados por profesionales responsables en vista de la mejor evidencia disponible, junto con la consideración del mejor interés de los consultantes.

Firman:

Constanza Micolich Vergara

Fernando Manriquez Vargas

Bernardo Aguilera Dreyse

Médicos sin marca

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