La esencia del béisbol (Baseball’s soul)

August 14, 2009 by · Leave a Comment

Hace unos días disfruté “The Winning Season” (2004, John Kent Harrison), una película sobre un niño que se pone muy nervioso a la hora de batear y siempre terminaba ponchándose. Todo empieza a cambiar cuando encuentra una barajita de Honus Wagner en el sótano de la casa de la anciana a quién siempre va a ayudar con las labores de su casa. El niño regresa a casa eufórico porque aquella barajita iba a resolver todas las dificultades económicas de la familia. Cuando los padres le dicen que debe regresar la barajita a su dueña, el niño sale molesto de la casa y mientras contempla el cromo bajo la luz de las estrellas aparece como adolescente en un campo de béisbol, en plena Serie Mundial de 1909. Honus Wagner juega el campocorto de los Piratas de Pittsburgh ante los Tigres de Detroit y Ty Cobb.

Mientras veía la película fue inevitable desplegar otro metraje de eventos ocurridos en la temporada venezolana de béisbol profesional de 1968-69. Clarence Gaston, Pat Kelly, Joe Rudi, Walter Hriniak, Dámaso Blanco, Gustavo Gil, Bob Belinsky, Salvatore Campisi, Armando Ortiz, Roberto Muñoz, Bill Butler, Ron Tompkins; habían logrado meter a los Navegantes del Magallanes en la clasificación. En el play off final el equipo empezó a tener dificultades porque Belinsky y Campisi, dos de sus lanzadores más importantes abandonaron el equipo por razones contractuales. Cuando el equipo perdió el juego que lo dejaba fuera de carrera, discutí atropelladamente con mis hermanos sobre las razones de la eliminación del Magallanes, me fui a acostar molesto con ellos, pasé toda la noche dando vueltas en mi cama. En una de esos giros aparecí en la entrada del dugout de primera base del Estadio Universitario. Gaston desamarraba las trenzas de sus zapatos con la cabeza entre las rodillas. Me senté a su lado, luego de repetirlo varias veces en mi cabeza, le pregunté: “¿Por qué se fueron Belinsky y Campisi”. Gaston levantó la mirada y echó hacia atrás los brazos. “Eso lo ignoro. Debieron tener sus razones. Nosotros perdimos por lo que dejamos de hacer en el campo. Podríamos haber ganado sin ellos, pero fuimos incapaces de ejecutar las jugadas”. Dámaso apretaba los cordeles de su guante de tercera base. “Cito está en lo cierto, si hubiésemos jugado como lo hicimos en la última semana del campeonato, ahora mismo estuviésemos disputando el título”. Me levanté del banco y llegué al centro del circulo de uniformes a rayas con el logo del barco en el lado izquierdo del pectoral. “Pero Belinsky y Campisi lanzaron muy bien, ganaron juegos claves para el equipo”.

En el momento clave de “The Winning Season”, el adolescente viaja con Honus Wagner y hacen un alto en un bosque, allí mientras descansan bajo un árbol, Wagner le dice: “Lo que más me gusta del béisbol es que puedes hacer felices a muchas personas, ricos y pobres, blancos y negros, niños y adultos. Ni el dinero, ni la jerarquía, ni la mejor habitación de los hoteles, valen para mí más que eso”.

Un fuerte olor a sudor se mezclaba con los efluvios del alcanfor y la brisa traía pequeñas partículas de agua fría arrancadas del cubo donde Muñoz tenía hundido el brazo de lanzar. “Belinsky y Campisi lanzaron muy bien sí. Pero ellos no eran todo el equipo. Entre Ronnie Tompkins y yo ganamos tantos juegos como ellos. Bill Butler también se fajó. Hay que reconocer que algo nos faltó al final, pero no fue ni Belinsky ni Campisi. A lo mejor si ellos están el equipo no ganamos ni un juego”. Gustavo Gil se quitó la camiseta y se quedó con la sudadera de tres cuartos de manga. “¿De donde saliste tú? ¿Cómo hiciste para llegar aquí?” Un torbellino de emociones se agolpaban entre el techo de la habitación de mis hermanos y las paredes del dugout. La ventolera amenazaba con empujarme hacia la casa pero me aguantaba con los dientes apretados a través de las preguntas que le hacía a los peloteros. Dámaso me lanzó una pelota. “Siempre salimos a dar lo mejor de nosotros, esté quién esté con el equipo. Sabemos que esos dos pitchers lanzaron muy bien, sin embargo aún teníamos equipo para ganar”. Armando Ortiz carraspeó desde el otro extremo del banco. “El muchacho tiene razón. Belinsky y Campisi hubieran representado una buena garantía de triunfo desde la lomita. Me hubiera gustado saber que hubiese pasado con ellos en el equipo”. Dámaso me lanzó el guante y arrastró los spikes sobre el cemento rustico. “Quizás hubiésemos ganado. Pero es muy probable que el ambiente en el dugout no hubiera sido el mejor, porque después que se asume un compromiso contractual, hay que asumirlo hasta el final. La mejor forma de protestar cuando la temporada está en curso es dando lo mejor sobre el terreno”.

El muchacho tiene oportunidad de observar una práctica de Wagner y sus compañeros de equipo en un terreno agreste de la campiña de Pittsburgh. Allí Wagner le comenta “Él que es beisbolista, es beisbolista y sabe lo que tiene que hacer en un terreno de juego. Lo principal es llegar a la caja de bateo y enfocarte en cada movimiento del pitcher desde que lleva la bola al guante hasta que la suelta hacia el plato”. El muchacho se pone una mano sobre la frente. “Vas a entrar al Salón de la Fama junto a Cobb”.

Dámaso y Gil llamaron al manager Napoleón Reyes y pronto se formó un círculo donde cada pelotero habló de lo que había significado para ellos compartir en aquel equipo los momentos duros y las victorias, las discusiones, las estrategias, las jugadas de cuadro adentro, los squeeze plays, los pisa y corre y sobre todo esa camaradería de ayudarse mutuamente y disfrutar del juego.

Luego de caer en una trampa de Cobb para que Wagner no participara en el séptimo juego de la Serie Mundial, el muchacho le dice a la novia de Honus que la vida de él es el béisbol y la mujer termina rompiendo su compromiso. Después se disculpa ante el airado Wagner. Los Piratas ganan la Serie Mundial. En el momento que Wagner le dice al muchacho que lo dejé en paz, este se queda mirando la barajita y cuando abre los ojos despierta como niño sobre el banco del porche de su casa. Regresa corriendo a la cocina y le dice a sus padres y hermana que va a regresar la barajita. Su mamá le informa que la anciana está grave en el hospital. Allí trata de devolverle la barajita y ve la mitad de la foto rasgada donde aparece Wagner. Le pone la barajita en la mano y le dice que si piensa con todas sus ganas en Honus, volverá con él para vivir por siempre lo que dejaron ir.

Me cuelo hasta el centro del grupo y levantó las manos de Gaston, Dámaso, Gil y Ortiz. “A lo mejor no todos los que están aquí lo vivirán. Pero el año que viene Magallanes será campeón de la Liga Venezolana y de la Serie del Caribe”. Dámaso le guiñó el ojo a Gil y Gaston sonrió con Ortiz mientras me tendían un apretón de manos.

De nuevo el niño viene a tomar turno al final del juego. En cuenta de dos strikes, Wagner se aparece por el left field corto y le grita. “Él que es beisbolista, es beisbolista”. El niño sigue la pelota hasta que se acerca al plato. Un sonido seco dispara una parábola que sobrevuela los jardines. Las burlas de los rivales se quedaron en las gargantas mientras el niño daba la vuelta al ruedo.

Varios temblores me sacudieron y me levanté con el corazón en la boca. Mis hermanos aparecieron en mi campo visual. “Caramba, ya tenemos como media hora tratando de despertarte. Ya es hora de ir a la escuela. Toda la noche te la pasaste hablando de Belinsky, Campisi, Dámaso, Gil, Ortiz. Lo que más me llamó la atención es eso de que Magallanes va a ganar el campeonato y la Serie del Caribe. Ver para creer”.

English Translation

Some days ago I enjoyed the TV movie, “The Winning Season” (2004, John Kent Harrison). It’s a film about a kid who gets very nervous as he approaches his at bats and always finishes getting struck out. Everything begins to turn around when he finds a Honus Wagner card in the basement of the old woman’s house where he goes to help her with some works. The kid gets back home euphoric because that card is going to solve all the family’s financial troubles. When his parents tell him that he has to give back the card to the old woman, the kid gets very upset, strides outdoors and as he gazes the card, he appears as a teenager in a ballpark. The 1909 World Series is taking place. Honus Wagner plays the shortstop for the Pittsburgh Pirates against Ty Cobb and the Detroit Tigers.

As I saw the movie another film started to run in my mind. It has to do with the Venezuelan Baseball Winter League in its 1968-69 season. Clarence Gaston, Pat Kelly, Joe Rudi, Walter Hriniak, Dámaso Blanco, Gustavo Gil, Bob Belinsky, Salvatore Campisi, Armando Ortiz, Roberto Muñoz, Bill Butler, Ron Tompkins; had put the Magallanes Navigators in the play offs for the first time in three years. Then the team had many troubles because Belinsky and Campisi, two of the team’s prime pitchers left the team because of finacial reasons. When the team lost the game that left it out of contention, I discussed passionately with my older brothers about the reasons why Magallanes stayed out from the fight for the championship. I went to bed very upset with them. I revolved over my body the whole night. In one of those movements I saw myself in the entrance of the first base dugout in the Estadio Universitario. Gaston untied his spikes with his head between his knees. I sat down by his side and asked him: “Why did Belinsky and Campisi leave the team?” Gaston raised his glance and put his arms backwards. “I don’t know. They had to have their reasons. We lost because we didn’t perform all that we should. We could have won without Belinsky nor Campisi, but we were incapable of executing our game”. Dámaso settled the laces of his third baseman glove. “Cito is right. If we had played the way we did the last week of the season we would be playing for the title right now”. I got up from the bench and went to the inside of a circle of pinstripes uniforms with a ship logo on the left side of the chest. “But Belinsky and Campisi pitched very well. They won key games for the team”.

In the most important moment of The Winning Season, the teenager travels with Honus Wagner and made a stop in the countryside. There, as they rest under a tree, Wagner tells the boy: “What I like most about baseball is that you can make happy so many people, rich and poor, black and white, kids and adults. Not even the money, nor the hierarchy or the best suite in a hotel, have more value to me than that”.

A harsh smell of sweat mixed with the alcamphor vapors. The breeze brought some water particles from the bucket where Roberto Muñoz has his throwing arm soaked into many ice cubes. “Belinsky and Campisi hurled very well, you’re right. But they weren’t the whole team. Ronnie Tompkins and me won as many games as them. Bill Butler hustled also. We have to recognize that we missed something at the end, but it wasn’t Belinsky, nor Campisi. Maybe if they were with the team, we would have performed worse”. Gustavo Gil took off his jersey and stayed with his ¾ sleeve t-shirt. “Where do you come from? How did you manage to be here?” A hurricane of emotions blew between the ceiling of my brothers’ room and the walls of the dugout. The rough winds menaced with send me back home but I persisted through the questions I made the ballplayers. Dámaso tossed me a baseball. “We always go out to play the best for the team, no matter which players are in the team. We know those two pitchers performed very well, but anyway we still had a good team to fight for the title”. Armando Ortíz sneezed from the other extreme of the bench. “The boy is right. Belinsky and Campisi would have meant a great help for the team”. Dámaso threw me the glove and hit the floor with the spikes. “Maybe we would have won more games. But the atmosphere in the club house probably wouldn’t have been the best. Because once you assume a contractual compromise, you have to respect it to the end. The best way of complaining during the season is by playing your best on the field”.

The boy have the chance of seeing a baseball practice of Wagner and his teammates in the Pitssburgh’s countryside. There Wagner tells him: “Who is a ballplayer, is a ballplayer and knows what to do in a baseball field. The most important is to reach the home plate and focus yourself into every movement of the pitcher, since he puts the ball in the glove until he releases it to the home plate”. The kid smiled with a hand on his forehead. “You’re going to be in the Hall of Fame along with Ty Cobb”.

Dámaso and Gil called the skipper Napoleon Reyes. They started a meeting in a round table way where every player talked about what have meant to share the tough moments and the victories in that team, the discussions, the strategies, the signals and overall the camaraderie of helping each other while enjoying the game.

After falling in a Cobb’s trick to avoid Wagner from playing the seventh game of the 1909 World Series, the kid tells Wagner’s girlfriend that his life is the baseball game, and the woman breaks her compromise with Wagner. Afterwards the kid apologizes to Honus for both faults. Wagner gets very upset, but anyway the Pirates win the World Series. After the game Wagner tells the boy “Leave me alone”. The boy keeps looking at the card and when he opens his eyes, he wakes up as a kid in the porch of his home. He goes back to the kitchen and tells his parents and sister, he’s going to give back the card. His mother tells him the old woman is very sick at the hospital. There he tries to give her back the card and sees the broken picture where appears Wagner. He deposits the card in her hands and tells her that if she thinks with all of her heart in Honus, she’ll be back with him forever.

I approached the circle’s center and raised the hands of Gaston, Dámaso, Gil and Ortíz. “Maybe, not everybody here will experience it. But next year Magallanes will win the Venezuelan Winter League Baseball season championship and the Caribbean Series too”. The players smiled among them as they offered me a high five.

Again the kid is coming to bat at the end of the game. When he has two strikes in the count, Wagner appears in the shallow left field and shouts: “Who is a ballplayer, is a ballplayer”. The kid follows the ball until it approaches home plate. A deep sound describes a parabole that flies over center field. The rivals’ jokes remained in their mouths as the kid trotted his home run.

Several trembling moved my bed and I woke up very scared. My brothers were laughing. “Come on. We have like half an hour trying to wake you up. It’s school time. All night long you kept talking about Belinsky, Campisi, Dámaso, Gil, Ortiz. What most impressed us was that Magallanes is going to win the championship and the Caribbean Series. We have to see to believe”.

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